Ayer mi hija dio su primera patadita. Sentir el leve movimiento de la vida a través de la delicada piel que separa su mundo del nuestro fue maravilloso. Desde que tuvimos la noticia y hemos ido viendo las ecografías, cada experiencia ha sido mejor que la anterior. Soy médico y he visto muchas ecografías, incluso en 4 dimensiones, pero no hay nada comparable a ver a tu propio hijo moverse en el interior de su madre. Verdaderamente, el don de la vida es un milagro. Es un milagro al que estamos inmunizados, pero que ocurre cada día. Son gotas de agua que llenan de vida nuestro mundo.
El otro día le estaba contando a mi suegro que a nuestra hija ya le hablábamos y le poníamos música. Él me preguntó si era verdad que el feto podía oír. Y bueno, es cierto que no es capaz de escuchar como nosotros lo hacemos, primero porque no tiene completamente formados sus órganos de los sentidos, que terminarán de formarse algunos incluso hacia los 20 años, y segundo porque su cerebro todavía tiene que desarrollarse mucho y madurar. Pero ya a sus 4 meses de gestación es capaz de percibir sonidos. Escucha y graba en su memoria primitiva la melodía de la música, de la voz, el ritmo del latido de su madre... y cuando nazca será capaz de reconocer el sonido de la voz de su madre, y se calmará cuando la oiga. Se calmará también cuando le pongamos la misma música que le pusimos durante el embarazo.
Mi suegro concluyó que le parecía increíble que con todo lo que sabemos, y todas las nuevas tecnologías que nos han permitido ver dentro del vientre materno, se abortasen más de 100.000 niños al año. Le conté que, cuando una mujer va a abortar, el niño ya está nervioso y asustado. Nota y escucha el latido de su madre acelerado, el cambio del tono de su voz cuando llora, discute o grita, su ritmo se acelera, y sus glándulas suprarrenales secretan las hormonas del miedo. El niño está confuso, todo iba bien, ¿qué es lo que ha cambiado?, se debe preguntar. El abortista conecta la máquina succionadora de gran potencia y la introduce por la vagina de la madre. El niño pega un salto en cuanto nota algo externo invadiendo su pequeño mundo de paz. De repente su "gravedad cero", donde podía flotar como un astronauta, se pierde.
El abortista comienza un lenguaje de siglas y números fríos y asépticos como sus guantes... como su corazón. El abortista no nombra nada por su nombre para que la mujer no se entere de la brutalidad de la intervención. "Tengo el número 5...", y el bebé ha notado cómo esa máquina infernal después de tragarse todo el líquido amniótico le ha arrancado de golpe una pierna. "... el número 4..." la otra pierna. El niño lucha desesperadamente por vencer al agresor después de haber intentado huir, pero cuando acerca los brazos al succionador, éste se los arranca. El niño tiene la cara descompuesta, con un gesto de dolor y la boca abierta intentando gritar. Este es el "Grito Silencioso" que mostró la ecografía que hizo que la mayoría de los abortistas dejaran su macabra profesión. Fue personalmente el Dr. Bernard Nathalson, Rey del Aborto, el mayor abortista de la historia, el que grabó un aborto con un ecógrafo y lo mostró a sus colegas. Aunque era demasiado tarde para pararlo porque el dinero llenaba ya muchos bolsillos. El último número es el 1, el abortista introduce unas "tenazas" y aplasta la cabeza para poder extraerla. Después de esto, como si no fuera suficiente, el macabro puzzle debe de ser completado. Para comprobar que nada ha quedado dentro, se deben poner todos los miembros del niño sobre la mesa de quirófano y reconstruirlo.
Sólo quiero y espero que el ser humano, que también se encuentra dentro de los políticos y responsables, despierte. Incluso espero que cuando mi hija nazca, esta loca tragedia sólo la conozca a través de los libros de historia. Derogación de la ley del aborto ¡YA!.
Enrique Jaureguizar Cervera
Director de Médicos por la VIDA
jueves, 31 de julio de 2008
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